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No puede ser más evidente. El Papa Francisco se puso del lado de las víctimas y la distancia con la Conferencia Episcopal chilena, ya es un abismo.

Esta tarde el Vaticano dio a conocer que el Papa recibirá a un grupo de cinco sacerdotes abusados por Fernando Karadima y que pertenecieron a la parroquia de El Bosque.

Aquí en Chile y 45 minutos después de este anuncio, los obispos chilenos daban una conferencia de prensa pero de eso no sabían nada.

No sabían que los va a recibir por 3 días en su Casa en Santa Marta, donde ellos no pudieron quedarse. No sabían que esos sacerdotes abusados celebrarían misa con el Papa, ceremonia que tampoco pudieron compartir con Francisco, ni sabían que se reunirá con este grupo de víctimas en forma grupal e individual, conversación personal que no tuvo con ninguno hace una semana en Roma.

Los obispos destacan que siguen todos en plenas funciones, mientras esperan una decisión que el Papa mide cuándo entregar. Reiteran una petición de perdón – tardía por lo demás – y que no va acompañada de ninguna acción…

Dicen estar dispuestos a renunciar a privilegios procesales de las que gozan las autoridades eclesiásticas, que en señal de humildad deberían haber dejado hace tiempo.

Todo mientras conocemos del lamentable actuar negligente del obispo Goic, paradójicamente Presidente del Consejo Nacional para la Prevención de Abusos, que no investigó ninguna de las reiteradas denuncias contra sacerdotes de su diócesis en Rancagua.

Un comportamiento del que nuevamente la Conferencia Episcopal prefiere no pronunciarse, sin entender que fue esta misma falta de acción, esa misma falta de preocupación de la que como Iglesia, los tiene hoy tan pero tan alejados del Papa, esperando una ratificación que está demorando en llegar.

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